domingo, 31 de diciembre de 2017

Futuro

Todos mis intentos de cambiar han estado condenados al fracaso.

Creo recordar una vieja canción en la que se destacaba que soñar no era sino aprovechar el tiempo, de ninguna manera era perderlo. Por lo menos en mi caso no se aplica. Triste desdicha de aquella persona que se pasa soñando despierta el tiempo que debería invertir en cumplir sus sueños para que sean una realidad. Uno de los problemas principales es que, si cambiar fuera una montaña que escalar, yo sería sin duda aquel que tiene la intención de subir, solo eso. Me quedo en la base pensando en lo increíble que es la cima, en el viento contra mi cara.  Tengo todos los materiales necesitarios así como la fuerza suficiente. Me imagino mis manos contra las rocas, el esfuerzo que supone cada metro hacia lo más alto y también me imagino la satisfacción que supondría mirar el mundo desde arriba pero nunca llego a dar un solo paso. Así dejo pasar el tiempo; los segundos se convierten en minutos, los minutos en horas, las horas en días y los días en años. Yo sigo en el mismo lugar.

Creo que tendré que dejar de soñar y empezar a mejorar mi realidad. Es el mismo reto que me propongo siempre pero con una pequeña diferencia. Si antes imaginaba una montaña y al momento estaba en la cima, esta vez iré paso a paso. Supongo que la constancia y el esfuerzo serán mis mejores aliados. Dejaré de confiar en mi nula fuerza de voluntad y empezaré a crear hábitos. No quiero estar entre las millones de personas que crea unos propósitos a finales de año y se acuerda de ellos a la hora de hacer los propósitos del año siguiente. Quiero plantearme unos propósitos, desmenuzarlos en objetivos que pueda realizar mes a mes, y a su vez conseguir pequeñas metas que pueda realizar día a día. Pequeños cambios que me permitirán tener una mejor vida, quiero madurar, escribir, vivir...quiero tantas cosas que deberé empezar por el principio, hoy.

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